Queridos Vaishnavas, hermanos y hermanas
Gracias por darme esta oportunidad de recordar Kaivalya Swarupa. El próprio recuerdo de Kaivalya derrite el corazón. Voy a escribir algo, no mucho porque tantos devotos deben estar escribiendo que no quiero tomar demasiado tiempo de ustedes. Pero si lo desean, puedo escribir un poco por dia hasta el Domingo.
No recuerdo cuando me encontré con Kaivalya la primera vez, porque éramos algo chicos, amigos del barrio. Pero si me acuerdo como mismo antes que conociésemos el movimiento fuimos al cumpleaños de primo de él en una casa quinta alejada de Buenos Aires. Me acuerdo que todos se divertían mucho, corriendo alrededor de la piscina, chicos y chicas. Pero no Kaivalya.
Yo estaba a su lado y poco a poco nos alejamos del grupo y nos sentamos en el pasto, a cierta distancia, mirándolos a todos los jóvenes. Entonces él me dijo: “Mira, piensan que son felices, pero no lo son”! Y allí permanecimos, con nuestras reflexiones.
Tiempo después, fui a su casa a visitarlo. Sus padres eran muy cariñosos y amistosos, muy buenas personas. Ese día que lo visité el estaba “organizando su armario” en su cuarto. Las paredes de su cuarto eran todas pintadas por él mismo con colinas, ríos, enanitos coloridos, hongos coloridos, mariposas o algo así, y lo más interesante es que él no usaba drogas. En cuanto yo estaba apreciando su arte, él me dijo que mientras arreglaba el armario encontró una revista. Me dijo que había comprado esa revista un año atrás, en la galería del este, cuando fue a comprar una flauta dulce. Dos devotas se le acercaron y le vendieron esa revista. Después conocimos bien esas devotas. Una era Nanda Dayini Mataji y la otra Saubhagya. El hijo de Saubhagya, Krishna das, estuvo en el regazo de Srila Prabhupada cuando Subhagya fue a Venezuela. Srila Prabhupada lo levantó y colocó en su regazo. Esas devotas eran muy buenas sankirtaneras. Algunas vezes nos divertíamos llamándolas de “Batman y Robin”.
Entonces Kaivalya había encontrado ahora la revista “De Vuelta Al Supremo”. En la tapa, estaba la ilustración de Krishna rodeado por muchos amigos, todos sentados, tomando prasadam a las márgenes del Rio Yamuna. Quedé mirando aquella ilustración por minutos. Kaivalya me dijo: “Quieres venir conmigo a visitar ese templo”? Él nunca había ido antes. Eso fue en un Sàbado o Domingo. Y el fue en el Jueves siguiente. Yo no fui con él, pero fuimos nuevamente el Domingo.
Durante la clase, yo no entendía nada, así que salí para ir a visitar otro amigo.
Pero el colectivo no pasaba. Entonces pensé: “Me vuelvo con Carlitos” Esa fue mi salvación! Si él no hubiese estado en el templo, tal vez yo nunca hubiese regresado, y en realidad, si no fuese por él, tal vez yo nunca hubiese ido a conocer un templo de Krishna. Entonces volví y me senté de nuevo a oír la clase, ahora con atención, entendiendo.
Después fue el prasadam. Tiempos de oro! Muchas preparaciones, todas en ghí. Nos sentamos y comimos. Samosas, pakoras, puris, halava, malpuras, arroz dulce, dos vegetales con mucho ghí, arroz, chutney…ya ni me acuerdo, pero todo eso era servido en la fiesta de Domingo. Y tomamos bastante prasadam, realmente tanto hasta estar mas o menos embriagados (tal vez por tanto guí y tanto azúcar).
Acabó el programa y salimos a la calle para regresar a nuestras casas. Nanda Dayini y Saubhagya se cruzaron con nosotros en la calle y nos dijeron: “queremos ver esas cabezas peladas!!”. Kaivalya y yo mirábamos a las personas en la calle. “Están todos locos” él dijo. No reíamos mucho mientras caminábamos. Estábamos muy felices por haber conocido la conciencia de Krishna, realmente muy felices!
Después, fue debido a él que continué animado en la casa de Srila Prabhupada. Algunos líderes, como Srila Hridayananda Maharaja, cuando venían a Argentina, en vez de llamarme por mi nombre, me llamaban: “el amigo de Kaivalya”.
Espero poder verlo nuevamente, en alguna vida futura, y nuevamente compartir con él la conciencia de Krishna. Su servidor
Gunesvara.
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