miércoles, 20 de mayo de 2009

I [bhakti] N Y Por Radha Krsna das Mexico


SRILA PRABHUPADA EN LA AZOTEA DEL RASCACIELOS DE ISKCON EN NUEVA YORK, 1976.

Por Radha Krishna das

Me pasé las vacaciones del verano de 1972 con un amigo en el rancho de su papá, ubicado en el área de los Finger Lakes del estado de Nueva York. Maya Devi fue testiga de todos los sinceros intentos que hicimos por saltar del rancho a la Gran Manzana, cosa que al final no logramos.

Sin embargo, pocos meses después ahí andaba yo, sans mi amigo, con la cabeza rapada, en dhoti, y con un bote recabando donaciones. No sé si se había cumplido finalmente mi sueño, o si ya estaba en otro sueño, o si ya había despertado de mis sueños. Pero estaba en Nueva York y mi admiración no cesaba.



SRILA PRABHUPADA EN HENRY ST.

En este caso la admiración era principalmente hacia el templo de Iskcon ubicado en Henry Street, Brooklyn. Allí, cerca de 100 devotos se reunían para los programas matutinos y vespertinos. El nivel filosófico era elevado pues los intelectuales del BBT todavía no se habían mudado a Los Angeles. Y aunque el kirtan del templo de México era bueno, en nada se comparaba con el masivo entusiasmo, volumen y participación que caracterizaban a los cánticos de Nueva York.

Yo había llegado a Nueva York via Nueva Vrindavan. En diciembre de 1972 vivía de bhakta en el DF y llegó el entonces Swami Kirtanananda de visita pastoral al templo. Como fui su intérprete y guía durante la visita, al final se me hizo fácil decirle que quería ir a Nueva Vrindavan con él, a lo cual accedió.



SRILA PRABHUPADA ANTE SRI SRI RADHA GOVINDA EN HENRY ST.

Mis meses en Nueva Vrindavana son una historia aparte. Pero un día mientras estaba allí, alguien anunció que Kirtanananda viajaría a Nueva York. Me le acerqué para pedirle que me llevara con él, y de nuevo accedió. Éramos un grupo chico que cargaba en la camioneta un tesoro compuesto por muchas botellas de ghee producido en la finca.

Primero pasamos por Filadelfia, y creo que le vendieron ghee al templo. Luego continuamos el camino hasta llegar a Brooklyn y a la recepción calurosa al Swami. Crreo que el motivo principal del viaje era venderles todo ese ghee que traíamos en la camioneta. Ir con Kirtanananda no implicaba ningún privilegio, así que me pusieron a dormir en el ático del inmueble y el día siguiente fui convocado para salir a sankirtan. Y así es como terminé en las calles de Manhattan con mi bote pidiendo donativos.


SRILA PRABHUPADA DANDO LA CLASE, HENRY ST.

Un día salí con ramos de rosas para ir entregando las flores a las parejas de enamorados a cambio de una donación. Me sorprendió ver un nivel de hostilidad que no conocía. Algunas féminas —casi todas de raza negra— tomaban las flores con una sonrisa, para luego romperlas y tirarlas al suelo. Todo esto me ocurría con mi dhoti y calzones largos, en medio del más insoportable frío de enero al cual no terminaba de acostumbrarme.


SRILA PRABHUPADA BAJANDO LAS ESCALERAS DE HENRY ST.

A los pocos días dejamos Nueva York para regresar a Nueva Vrindavana. Pero me quedaron los recuerdos del darshan de Sri Sri Radha Govinda, de los esfuerzos cotidianos de los devotos por sacar adelante el programa, y de los extáticos kirtanes y clases en los que me tocó participar.

No supe más de Nueva York hasta que me enteré en 1975 que Iskcon se estaba mudando a un rascacielos en Manhattan. Me dio mucho gusto saber esto. Cada logro del Movimiento era como un logro personal del cual me sentía orgulloso.


EL RASCACIELOS DE NUEVA YORK, 1976. SRILA PRABHUPADA APARECE EN LA TERRAZA CON UN GRUPO DE DEVOTOS.

Al poco tiempo me tocó conocer ese rascacielos. Durante mi primer viaje a India en 1976 hice una escala en Nueva York. Fue entonces que conocí este maravilloso edificio de 11 pisos ubicado en 340 West 55th Street, una zona privilegiada apenas a 4 cuadras de Columbus Circus y el Central Park.

Tuve la suerte de regresar ese mismo año a Nueva York. En julio, Iskcon celebró allí su primer Rathayatra, y Srila Prabhupada estuvo presente. Armamos una pequeña delegación mexicana que incluyó a Brajendra Kumara, Charudeha y Astika Prabhus. Recuerdo que de Venezuela vimos a Viraha Prakash, Pramana, y creo que también a Havi.


SRILA PRABHUPADA DA LA CLASE DE SRIMAD-BHAGAVATAM EN EL RASCACIELOS, 1976.

Esa visita fue algo sensacional. Srila Prabhupada permaneció en Nueva York varios días. Llegaron devotos de todas partes y eso parecía la torre de Babel. En el templo se hicieron representaciones teatrales a las que Srila Prabhupada asistió (el templo tenía su propio teatro, restaurante y boutique), se armaron grandes harinams, Srila Prabhupada daba la clase del Bhagavatam todos los días, y diariamente salía a su caminata matutina. A mí me tocó el privilegio de participar en una caminata suya por la Quinta Avenida.

En años subsecuentes regresé a ese edificio durante mis viajes a India. En 1977 Iskcon fletó desde Nueva York un Jumbo completo y lo llenó con devotos. En 1978 volé de Caracas a India vía Nueva York con Viraha Prakash Swami. Él tenía un gran acumen político y había vivido apenas unos meses atrás en Vrindavan la desaparición de Srila Prabhupada.


SRILA PRABHUPADA RECIBE EL DARSHAN DE SRI SRI RADHA GOVINDA EN EL RASCACIELOS, 1976.

Tiempo después —como en un sueño— el templo de Nueva York desapareció. En 1981 el edificio fue vendido para desarrollar un supuesto programa maravilloso que iba a conquistar la metrópoli. La idea era conseguir tres propiedades para optimizar las actividades de prédica: un super centro cultural en la Séptima Avenida, un templo en Nueva Jersey, y una finca en Lake Huntington.



EL DESFILE DE RATHAYATRA, NUEVA YORK 1976. POR COINCIDENCIA, SU SERVILLETA APARECE AQUÍ HASTA DELANTE.

Pero Nueva York no ha sido el único caso. Hay muchos otros proyectos que fueron violentados con la errónea idea de “mejorarlos. Por eso Srila Prabhupada, conociendo bien a sus discípulos, claramente estipuló en su testamento los siguiente:

“En principio, los bienes inmuebles [de ISKCON] fuera de India jamás deben ser hipotecados, dados en calidad de préstamo o prenda contra su reserva, vendidos, traspasados o de ninguna manera gravados, transferidos, cedidos, cedidos o donados, y tampoco enajenados. Pero si la necesidad surge, ellos pueda que sean hipotecados, dados como préstamo o prenda contra su reserva, vendidos, etc., con el consentimiento con el comité de miembros asociados en torno a esa propiedad en particular”.


SRILA PRABHUPADA PREDICANDO EN SU CUARTO DEL RASCACIELOS, 1976.

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