Una vida de violencia e ignorancia
En las remotas afueras de un denso bosque, vivía un cazador. Curtido por años de matanza, su vida estaba impregnada de crueldad y carecía de compasión. Cazaba animales sin descanso, buscando alimento y ganancias, sin importarle el dharma ni la virtud. Las escrituras, los santos o los días sagrados carecían de significado para él. Su corazón estaba oscurecido por la violencia, y su mente, nublada por el instinto y la supervivencia.
Llega el Día Sagrado.
Una mañana, el sol salió en un Ekādaśī, el sagrado undécimo día de la luna creciente, amada por el Señor Viṣṇu y famosa por su poder para purificar incluso los pecados más graves. Sin embargo, el cazador, inconsciente del significado divino de ese día, tomó su arco y se adentró en el bosque, como lo había hecho innumerables veces.
Pero algo era diferente. No aparecía ningún animal. Los pájaros volaban alto, los ciervos permanecían ocultos y el bosque permanecía extrañamente silencioso. El hambre lo carcomía y la sed le resecaba la garganta mientras el sol ascendía en el cielo. Aún con las manos vacías, se adentró en el bosque hasta que se topó con la orilla de un río sagrado.
Allí, sabios y brāhmaṇas se reunieron, observando el ayuno
de Ekādaśī y bañándose en el río con oraciones y mantras. El aire estaba impregnado de pureza y devoción. El cazador, ignorante de sus intenciones, se acercó solo para refrescar su cuerpo exhausto y saciar su sed.
Se metió en el río. Al sumergirse en el agua refrescante, las gotas de los baños sagrados de los sabios lo salpicaron. Sin darse cuenta, se había bañado en Ekādaśī, en un río sagrado y en compañía de vaiṣṇavas. Sin proponérselo, había realizado uno de los actos más purificadores del dharma.
Un alma reclamada por el Señor.
Renovado, pero aún inconsciente de la transformación que acababa de ocurrir, regresó a su sencilla choza. Esa misma noche, mientras yacía en su lecho de hojas, la muerte lo atacó. Los mensajeros de Yamarāja, oscuros y temibles, aparecieron para apoderarse de su alma.
Pero en ese instante, el cielo se iluminó con otra presencia: los Viṣṇudūtas, mensajeros divinos del Señor Viṣṇu, que brillaban con un resplandor espiritual. Sostenían caracolas y chakras; sus formas brillaban como el sol y su mirada rebosaba compasión.
Bloquearon a los Yamadūtas y declararon:
Esta alma, aunque revestida con la forma de un cazador, se ha bañado en Ekādaśī en un río sagrado, en compañía de devotos santos. Sin darse cuenta, su acto ha purificado los pecados de incontables vidas. Ahora está bajo la protección del Señor Viṣṇu.
Los Yamadūtas, aturdidos e incapaces de discutir esta verdad superior, se inclinaron y se retiraron.
El viaje a Vaikuṇṭha.
Los Viṣṇudūtas entonces elevaron el alma purificada del cazador, ahora resplandeciente con un resplandor renovado. Llevado por senderos celestiales, fue conducido a la morada eterna de Vaikuṇṭha, donde fue recibido amorosamente al servicio del Señor.
La Declaración de los Sabios
Desde ese día en adelante, los sabios que habían presenciado el evento proclamaron a todos:
Incluso quien no es consciente, si entra en contacto con el tiempo sagrado, el agua sagrada y la compañía santa, puede recibir la gracia plena del Señor. Así es la compasión ilimitada de Śrī Viṣṇu.
Lecciones para recordar
- El Ekādaśī posee un inmenso poder espiritual . Incluso la observancia involuntaria —a través del ayuno, el baño o simplemente estar en un entorno sagrado— puede otorgar la liberación.
- La compañía de los devotos enriquece todas las actividades espirituales . Su presencia puede elevar incluso a los caídos.
- La misericordia del Señor no está limitada por la consciencia ni el nacimiento . Fluye hacia todos los que entran en contacto con el bhakti, incluso sin saberlo.
- Esta historia revela el secreto de la transformación divina : a través del tiempo sagrado (Ekādaśī), el lugar sagrado (el río sagrado) y la asociación sagrada (los devotos).
Origen de la historia: Padma Purāṇa
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