sábado, 24 de mayo de 2008

LA PRIMERA VEZ QUE VI A SRILA PRABHUPADA POR: SADHYA-SRESTHA DASA PRIMERA PARTE



La primera vez que vi a Srila Prabhupada Por: Sadhya-Srestha das


La primera vez que vi a los devotos fue en una revista de música de rock que siempre compraba, y que se llamaba “Pelo”. Al abrir la revista, en la primera página había una foto de los devotos con unos instrumentos musicales muy raros y que decía: “Radha-Krishna Mandir”, pensé que era otro de los tantos nuevos grupos de rock and roll…


Tiempo después mientras caminaba con mi amigo Tito por la “Galería del Este” situada en la calle Florida de Buenos Aires, sería el año 73 o 74, de repente aparece delante mío un devoto, me dice algo, y al mismo tiempo me da una invitación para la fiesta de domingo, me quedé como petrificado mirando la invitación y cuando reacciono, el devoto ya había desaparecido, solo quedaba en mis manos esa aromática invitación de cartulina brillante.


Un día con Tito fuimos a ver al famoso grupo musical “Santana” que había venido a tocar a Argentina. Estábamos sentados en el césped frente al cine “Metro” esperando a ver si de alguna forma nos dejaban entrar gratis al recital. De repente, escuchamos un sonido extraño y al girarnos vimos a un grupo de unos veinte devotos que venían cantando por la calle, nos quedamos observándolos como encandilados. Ellos se detuvieron frente al cine pero inmediatamente vino la policía y como era normal en ese país, de muy malos modales les dicen que circulen, y que allí no podían estar.


Nosotros nos acercamos a ellos y le preguntamos por qué los echaban, uno de ellos nos dijo que la policía era una porquería… En esos momentos internamente me decía una y otra vez: “Pobre, pobre gente…” Ahora que lo medito, creo que este pensamiento fue muy purificante para ese hippie hecho polvo a quienes sus amigos llamaban lauchín o el marciano, y quien más tarde sería Sadhyasrestha dasa. Otro día estaba también con Tito escuchando el último disco de “King Krimson” que tenía un sol en su tapa, en la casa de nuestro amigo Alfonso. En un momento llega su hermana y dice: “Me dieron este libro en la calle…”, lo arroja sobre la mesa y se va. Yo lo cogí y leí su título: “Fácil viaje a otros planetas”, al mirar la parte de atrás vi por primera vez a Prabhupada. Estaba sentado con una mirada extraña y rodeado de muchas guirnaldas desordenadas que casi no dejaban ver su cuerpo, lo primero que pensé fue que esa persona era de otro mundo, aparte, el título del libro me ayudaba a pensar de esa manera. Me quedé muy impresionado por la mirada de aquella persona. Camino a casa comencé a ojearlo y nos quedamos varias horas leyéndolo, recuerdo que le dije a mi amigo: “Aquí hay algo importante, esto es algo distinto y está muy bien…” Tal vez cometimos algunas ofensas al leerlo, recuerdo que al principio del libro se hablaba de las rasas o relaciones, y nosotros decíamos: “A ese Krishna ni como esposo ni como amante eh… tal vez como amigo y basta…”


La cuestión es que finalmente fuimos al templo que quedaba en un primer piso de la calle Ecuador 473 en el barrio de Once. Hacía muy poco que Hanuman Swami se había ido y ahora estaba de presidente Jagajivana dasa, que era el esposo de Sita. Recuerdo que me gustaba mucho cuando en el kirtana cantaba: “Nitai Gauranga, Nitai Gauranga…”, aunque yo no entendía lo que decía y durante muchísimo tiempo canté: “Ita Iturranga, Ita Iturranga…”


Uno de los domingos en que fuimos al templo, en la entrada nos encontramos con el presidente Jagajivana que tenía la cara toda lastimada y con moretones, con su castellano bastante pobre, nos explicó que Hanuman Swami había venido desde Canadá, a pedido de algunos devotos del templo, había discutido con él, le había pegado con su bastón en la cara, y se había marchado con varios devotos del templo que estaban descontentos por la forma en que se llevaba el templo en ese entonces. Yo y mis amigos quedamos asombrados por la historia. En los días siguientes localizamos el sitio donde estaba Hanuman Swami, era la casa de un devoto casado que se llamaba Vyasa, allí fuimos con Tito y escuchamos una de sus clases, en ella recuerdo que dijo: “No se puede con una mano tener las cosas materiales y con otra las espirituales. Si uno quiere cazar un conejo necesita las dos manos para ello”, esto se nos quedó muy grabado a los dos… Hanuman estuvo pocos días en Argentina, pero la mayor sorpresa fue que estos devotos entre los que estaban Kamala Carana, Deva dasa, Nila Kamala, y otros, se fueron a vivir a la casa de los padres de Krishna-Kisore a ¡solo trescientos metros de mi casa!

Todos seguían los principios regulativos y vestían con sus dhotis y curtas, en el barrio los miraban asombradísimos. Tito y yo decidimos ayudarlos de alguna forma, y les llevamos unos litros de leche y arroz, que Krishna-Kisore y su esposa nos agradecieron mucho. Creo que este servicio tan espontáneo nos purificó bastante. Días después estábamos todos estos devotos, Tito y yo en la estación de tren de Retiro, ellos habían decidido ¡irse hasta México por tierra atravesando toda América! para ver a Prabhupada que estaría allí en el templo de México. Desde el andén vimos irse el tren, los devotos nos saludaban desde las ventanillas mientras yo y Tito nos decíamos con cierta angustia y tristeza: “Nosotros, deberíamos haber estado allí en ese tren con ellos…” Continuará...

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