domingo, 21 de febrero de 2010

CARTA DE SADHYA A GOLOKA EL COMIENZO DE ISKCON ARGENTINA POR SADHYA SRESTHA DAS

¡Haribolo! ¡Hare Krishna! ¡Hola Goloka!

No tengo fotos de esa época. Yo estuve en la ceremonia de instalación. Hiridayananda Maharaja estaba allí. Solo recuerdo que la Deidades estaban en el centro del templo y había varios devotos rodeándolas en círculo con una tela en sus manos, para que nadie viera como las preparaban para el Abhisheka de pañchamrita.



Pramana, nuestro querido presidente unos meses atrás, nos había dicho que alquilaríamos la parte de abajo del edificio. Nosotros estábamos siempre en el primer piso. Todos estábamos muy entusiasmados, no había mucho dinero pero Pramana usó el dinero del BBT para pagar el alquiler de abajo. Nosotros éramos muy inocentes y no sabíamos que eso no se podía hacer. Pramana lo hizo con la mejor de las intenciones, él era para nosotros el devoto perfecto, algo así como nuestro segundo Prabhupada. Aún así se equivocó y más adelante cuando Hridayananda vino se enojó mucho con el y dijo que teníamos una deuda enorme con el BBT, y que debíamos tal vez ir a Brasil para empezar a colectar y pagar la deuda de Argentina.

Templo de la calle Ecuador 473


El altar de las Deidades se hizo con los mármoles que arrancamos de la escalera de entrada del edificio, éramos pura pasión devocional, mucha inocencia, ¿pureza? pero si se que había un deseo inmensamente fuerte de hacer cosas por Srila Prabhupada. Los kirtanas de Pramana venían directamente del mundo espiritual y las Deidades de Goura Nitai eran el broche de oro para todos aquellos devotos pioneros de la Conciencia de Krishna, en esa Argentina tan pero tan austera y difícil.

Atulananda cocinaba y luego también Kamala Charana.



El sankirtana era muy austero, la gente en la calle nos trataba muy mal y desde los coches nos gritaban y nos tiraban cosas, pero nuestra conciencia de Prabhupada era muy fuerte, y durante todo el día y cada vez que distribuíamos un libro estábamos pensando en él.



Los domingos no salíamos a sankirtana y por la mañana se escuchaba en todo el templo desde un viejo grabador, una cinta de bhajans cantada por Prabhupada, en realidad siempre tuvimos solo dos cintas, la de Prabhupada y una de Visnujana Swami.



Recuerdo que cuando Prabhupada paraba de cantar y empezaba a hablar, nos llenábamos de una ansiedad extrema y corríamos por todo el templo buscando a Dharmananda para que nos tradujera lo que decía en aquella cinta ¡Para nosotros esto era algo importantísimo!



Los devotos nos arremolinábamos alrededor de Dharmananda y él pacientemente nos traducía, luego volvíamos a nuestro servicio de limpieza o de cortar vegetales para la fiesta del domingo.



Algo que siempre recuerdo es que nuestro templo aunque viejo, era extremadamente limpio por donde se mirase.



Antes de ser devoto cada dos por tres estaba detenido en comisaría, y creí que cuando me hiciese devoto esto se acabaría, pero mi gran sorpresa fue que siendo devoto me detenían más que antes, y muchísimas noches con otros devotos tuvimos que dormir en algún calabozo húmedo y sucio.



Los domingos por la mañana, los devotos y las devotas cogíamos el autobús, y con mridanga, karatales y un armonio que tocaba Rukmini Pati, solíamos ir a cantar a la feria hippie de la Plaza Francia.







Por la tarde, regresábamos al templo para asistir al arati de las siete. En el altar había un Pancha-Tattva muy grande y hermoso, y el pujari con su dothi y su camisa bien planchada ofrecía los artículos, en esa época los pujaris usaban kurta dentro del altar. Cuando se instalaron las Deidades ya se dejó de usar kurta.



En el kirtana los devotos más antiguos se ponían delante en filas de tres o cuatro, y a la derecha y a la misma altura se ponían las devotas. El kirtana era extremadamente alegre y apasionado, saltábamos todo el tiempo y hasta nos empujábamos los unos a los otros, después venía la clase de Bhagavad-Gita dada por Pramana, siempre muy envolvente y mística.



Luego se servía la leche caliente que Jayadharma traía en una gran olla de aluminio, mientras que Dharmananda leía el “Libro de Krishna”. Luego predicábamos a los pocos invitados mientras Deva dasa desde una mesa de libros les vendía algo. Luego el cocinero, Prakasananda dasa que era mexicano, traía alguna pequeñísima porción de Maha-Prasadam.



Después nos íbamos a dormir, no había cuartos, ni camas, ni sábanas, ni almohadas, ni tampoco bolsas de dormir que en esa época apenas se conocían. Dormíamos en la sala del templo, seríamos unos cuarenta devotos.



Separados por una cortina los devotos dormían de un lado y las devotas del otro. Como la cortina era corta y se podía ver hacia el otro lado, hasta que no se apagaban las luces todos dormíamos mirando para un mismo lado para evitar ver a las devotas acostadas por debajo de la cortina. Solo teníamos una manta en la que nos enrollábamos todo el cuerpo.



Cuando aún no teníamos el templo de abajo a la mañana siguiente a la fuerza todo el mundo tenía que levantarse ya que estábamos en la sala del templo y había que hacer pronto el mangal-arati. Al levantarnos cada uno pasaba un trapo mojado por el lugar donde había dormido, y luego venía un devoto y volvía a pasar otro trapo mojado por toda la sala del templo.



Había solo un baño muy pequeñito que lo usaban las devotas, nosotros nos duchábamos en la terraza con una manguera, el agua era muy fría y en invierno al caer esa agua helada sobre uno salía como un vapor del cuerpo.



A veces llovía pero igualmente teníamos que ducharnos, secarnos y cambiarnos allí, no había otro sitio a excepción de un pequeño cuartito de un metro por dos donde nos poníamos el tilaka que no era otra cosa más que un colorante blanco para teñir zapatos, ya que en esa época no teníamos tilaka de la India. En realidad, eran muchas cosas más las que no teníamos, en lugar de dhotis usábamos sábanas, y de kurta usábamos cualquier camisa y de cualquier color, la japa la hacíamos nosotros con bolitas de plástico o a veces de madera que comprábamos en la mercería, y la bolsa para guardarla tenía cualquier forma o color, y hablando de colores era común ver a algún devoto usando calcetines de distinto color.



Nos rapábamos la cabeza todos los domingos, y aquel que por alguna razón no lo hacía, lo machacábamos constantemente diciéndole que Prabhupada decía que si uno no se rapa una vez a la semana, eso significaba raíces hippies en el corazón, eso bastaba para convencer a cualquiera de que había que raparse ineludiblemente.



Después del mangal-arati los devotos y las devotas cantábamos la japa juntos en la sala del templo. Luego a la hora del Guru-Puja formábamos un pasillo desde la puerta de entrada de la sala del templo hasta la Vyasa-Asana, entonces alguien sonaba la caracola y gritaba: ¡Viene Prabhupada!, ¡Viene Prabhupada!, y otro devoto abría la puerta de la sala del templo y todos nos imaginábamos que Srila Prabhupada estaba allí entrando por esa puerta de nuestro querido templito de Ecuador 473, nos tirábamos al suelo dando reverencias y seguíamos con nuestra mirada imaginándonos que Prabhupada iba caminando lentamente hasta su Vyasa-Asana. Luego alguien se acercaba y colocaba una guirnalda sobre el cuadro ya que en esa época no existían las Deidades de Prabhupada.



El prasadam era también muy austero, durante mucho tiempo por la mañana comimos sémola de maíz con agua y azúcar y como estábamos todo el día en sankirtana, nos llevábamos una bolsa de plástico con un poco de kitchri que al mediodía, ya frío y con el crudo y frío invierno de Argentina, era una pasta dura y bastante difícil de comer, y más aún de digerir, aún así, éramos muy austeros y nunca comprábamos nada en la calle, ni de comer, ni de beber.



Éramos todos unos brahmacharis que prácticamente estábamos siendo educados como para ser sannyasis, aunque solo uno llegó a serlo. Las clases eran tan fuertes y duras que especialmente cuando las daba Prema-Prayojana las devotas salían corriendo o llorando de la clase. A nosotros nos gustaba y nos reíamos de las devotas. Ahora que han pasado los años recuerdo con vergüenza esa inmadurez…



Por aquel entonces solo teníamos tres libros pequeños en castellano: “Fácil viaje a otros planetas”, “La perfección del yoga” y “La Conciencia de Krishna el más elevado sistema de yoga”.







Algunos devotos de esa época: Pramana Swami, Viraha Swami, Jaya Dhvaja Swami, Prema Prayojana dasa, Krishna Kisore dasa, Prapana dasa, Prakasananda dasa, Payonhidi dasa, Atulananda dasa, Hari Bhakti dasa, Sahasranama dasa, Dharmananda dasa, Kamala Carana dasa, Nila Kamala dasa, Deva dasa, Gunesvara dasa, Deva-Srestha dasa, Maha Bahu dasa, Nitya Gopal dasa, Lila Suka dasa, Prana Krishna dasa, Kasi Misra dasa, Rukmini Pati dasa, Caitanya Swarupa dasa, Kaivalya Swarupa dasa, Saci Suta dasa, Ruci Sevanam dasa, Jaya Mahaprabhu dasa, Nitya Tripta dasa, Guna Purna dasa, Jaya Hari dasa, Japananda dasa, Mathura Mandala dasa, Bhakta Krishna dasa, Bhakta Mandali, Bhakta Narada, Bhakta Ramiro, Bhakta Govinda, Bhakta Kripa Sindhu, Bhakta Prabhupada dasa, Bhakta Jaya Dharma, y otros…



Soubhagia dasi, Yoguini dasi, Subhanana dasi, Rasasun dasi, Rasavasini dasi, Mohini dasi, Sorayani dasi, Ananda Murti dasi, Nandadayini dasi, Bhaktin Om Santih, Bhaktin Yamuna, y otras…

3 comentarios:

Anónimo dijo...

MUY INTERESANTE EL COMENTARIO DE SADHYA SRESTHA DAS Y LA MEMORIA PARA LOS LINDOS DETALLES QUE REMEMORA.SIEMPRE FUE UN DEVOTO SILENCIOSO...PERO VEMOS QUE CON UNA GRAN CONCIENCIA Y EXCELENTE CORAZON...UN ABRAZO DESDE GRANADA ESPAÑA.JAPANANDA DAS- JAVIER GAVIOLA

Anónimo dijo...

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Unknown dijo...

Gracia Prabhu por sus memorias del templo en BS AS en la calle ecuador, fueron unos anos llenos de tapasia pero muy felices sus memorias me alegraron mi corazon. Hare Krsna
Yogini dasi