domingo, 15 de junio de 2008

LA PRIMERA VEZ QUE VI A SRILA PRABHUPADA PARTE 4

अभयचरणारविन्द भक्तिवेदान्त स्वामीप्रभुपाद"


Éramos todos unos brahmacharis que prácticamente estábamos siendo educados como para ser sannyasis, aunque solo uno llegó a serlo. Las cla-ses eran tan fuertes y duras que especialmente cuando las daba Prema-Prayojana las devotas salían corriendo o llorando de la clase. A nosotros nos gustaba y nos reíamos de las devotas. Ahora que han pasado los años recuerdo con vergüenza esa inmadurez…






PARTE 4

A los nueve meses llegó mi primera iniciación, y cinco meses después la segunda, ya era un brahmana aunque nunca había leído la Bhagavad-Gita porque en ese entonces solo teníamos tres libros pequeños: “Fácil viaje a otros planetas”, “La perfección del yoga” y “La Conciencia de Krishna el más elevado sistema de yoga”.

Después de haber estado en varios países de Sudamérica, Hiridayananda Maharaja le preguntó a Prabhupada acerca de que hacer con los devotos argentinos que estaban en diferentes países y que no podían regresar a Ar-gentina ya que el templo había sido cerrado por la dictadura militar de a-quel país. Prabhupada dijo que deberían ir a India y que el billete lo paga-ría el “B.B.T”.


Así fue que de repente Panchadravida Swami nos reunió a un grupo de devotos en Perú, y nos dijo que podíamos ir a India por un año con billete de ida y vuelta, y que luego, si no nos adaptábamos podíamos regresar a occidente.
La realidad fue muy distinta ya que apenas llegar a India Panchadravida Swami probablemente siguiendo instrucciones de Hridayananda Maharaja, nos sacó los pasaportes, el poco dinero que teníamos, y el billete de vuelta nunca lo vimos, y allí nos abandonaron…


Aún así, veo la parte positiva de todo esto ya que al ir a India pude ver por primera vez a Srila Prabhupada en persona.
Antes de llegar a India estuvimos unos días en el templo de Nueva York que era un enorme rascacielos. Nuestro concepto de la “Conciencia de Krishna” era la de unos pocos “jóvenes” (alrededor de los 19 o 20 años) brahmacharis viviendo en un pequeño templito, pero al llegar allí nos sen-tíamos como la rana que había salido del pozo, un templo inmenso, ¡Un rascacielos inmenso de varios pisos con cientos de devotos!, ¡y la mayoría mayores de 25 años!, y la oportunidad de ver por primera vez en la vida Deidades que no eran las pequeñitas de Goura-Nitai que en esa época solo había en dos países de Sudamérica: Venezuela y Brasil. Esas Deidades tan grandes que estábamos viendo eran: Jagannatha, Balarama y Subhadra, Goura-Nitai, y Radha-Govinda.
De Nueva York fuimos hasta Londres donde conocimos el “Bhaktive-danta Manor”, y finalmente de allí partimos hacia India.


En Octubre de 1.977 llegamos a India Kamala Carana, Caitanya Swaru-pa, Deva-Srestha, Ruci Sevanam, Kasi Misra y yo, junto a Panchadravida Swami.
Del aeropuerto de Nueva Delhi fuimos en taxi hasta Vrindavana. Cuan-do bajamos del taxi inmediatamente dimos reverencias a la santa tierra de Vrindavana y pusimos un puñado de polvo sobre nuestras cabezas.
Desde fuera podíamos ver el frente del “Krishna-Balarama Mandir”, en-tramos a la propiedad y pasamos frente a la fuente que había en la entrada, luego rodeamos el templo y pasamos frente a la casa de Prabhupada. Allí Kasi Misra un poco exaltado dijo que en la ventana estaba Srila Prabhupa-da, yo traté de verlo pero no pude.


Seguimos hasta la casa de Prabhupada, llegamos a la parte trasera, nos detuvimos allí, y fuimos hasta un patio interior donde había un devoto alto y delgado que estaba junto a la puerta. Cuando nos ve, se acerca y nos pre-gunta en castellanos de donde veníamos, recuerdo que le dije que éramos argentinos e inmediatamente que le dijimos esto levantando la cabeza y a-briendo bien sus ojos nos dice: “Ah…, si son de Sudamérica entonces pue-den pasar ya mismo a ver a Srila Prabhupada por que Prabhupada nunca ha estado allí”, (aunque en realidad él había estado una vez en Venezuela). Este devoto tan agradable y servicial se llamaba Karuna Maya dasa.


Cuando entramos en su cuarto había algunos niños del Guru-Kula can-tando, recuerdo que di mis reverencias y me quedé sentado en el suelo a unos dos metros de la cama donde estaba recostado Srila Prabhupada. Desde esa posición solo podía ver parte de su cabeza. Había estado espe-rando ese momento por tanto tiempo… Por mi mente fue pasando como en una película todo el esfuerzo que había hecho por tratar de hacer un buen servicio para Srila Prabhupada durante esos casi tres años, y lo pri-mero que pensé fue: Aquí está mi maestro por el que tanto he hecho.
En aquella época yo ya era un brahmana, aún así, cuando recuerdo este primer pensamiento, me doy cuenta de que un devoto nunca debe pensar de que él ha hecho mucho por su Guru.

Permanecí allí sentado, cantando y pensando en Srila Prabhupada no se cuanto tiempo…
En un momento determinado entra Bhakti Caru Swami, se acerca a la cama y ayuda a sentarse a Srila Prabhupada. En ese momento pude ver lo delgado que estaba Srila Prabhupada, su columna vertebral se podía ver perfectamente y la piel se adentraba entre costilla y costilla, en ese mo-mento pude darme cuenta de lo grave de la situación…


Bhakti Caru Swami comenzó a darle unos suaves masajes en la espalda y en la cabeza, luego se detuvo un poco, fue a la cocina y trajo un plato con prasadam, había varias preparaciones y también un puri muy inflado.
Prabhupada miró el plato, cogió un vaso con agua y se lo llevó suavemente hacia la boca, bebió muy poco, y al tratar de dejarlo sobre el plato su debilidad era tanta que alguien tuvo que ayudarlo moviéndole el brazo hacia abajo para poder así dejar el vaso sobre el plato. Luego cogió un palillo que suavemente se llevó a la boca, lo tuvo unos minutos, y luego lo dejó sobre el plato.
Finalmente alguien se llevó todo el plato sin probar nuevamente hacia la cocina. Prabhupada permaneció unos minutos sentado y luego lo ayudaron a acostarse nuevamente.

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