domingo, 6 de diciembre de 2015

VOTAR O NO VOTAR? POLITICOS DE LA ERA MODERNA POR JANARDANA DAS

Votar o no votar



ELIGIENDO A NUESTROS GOBERNANTES EN DEMOCRACIA


La cultura védica, imperante en el mundo durante las eras antecesoras a Kali Yuga, tuvo a grandes reyes como gobernantes, quienes ostentaban el poder político, económico y militar bajo monarquías altamente cualificadas desde los ámbitos material y espiritual. Hoy en día en la tierra muy poco queda de aquellas monarquías y menos de la cultura védica. La era de hierro e hipocresía se ha impuesto en todos los ámbitos humanos incluyendo los sistemas de gobierno, razón por la cual los devotos de Krishna, como cualquier persona que habita en este planeta, debemos enfrentarnos a la posibilidad –u obligatoriedad según sea el caso—de votar en elecciones presidenciales, parlamentarias y muchas otras dependiendo del país, estado, región, provincia, comuna o barrio, en el que habitemos. Cabe preguntarnos entonces, como herederos de la cultura védica, cuál debe ser nuestra participación en estas nuevas formas de gobierno y orden social impuestas por el voto, la aparente soberanía popular y el poder degradado en manos de políticos sin una cualificación mínima para gobernar.

Los devotos estamos insertos en una sociedad civil no vaisnava que nos impone ciertas normas y reglas. Algunas son inofensivas o neutrales, mientras que otras totalmente contrarias a los preceptos védicos. Entre aquellas normas sociales y legales que se nos imponen como ciudadanos, existe aquella que dicta el deber de elegir a nuestras autoridades. Es lo que conocemos como democracia. Para las costumbres occidentales no hay nada más valioso que la democracia desde el punto de vista social, civil y político.  Así como se cree que no existe mejor forma de obtener conocimiento sino es a través de la ciencia (materialista), también se cree que no existe un mejor sistema que la democracia para conformar un gobierno y ordenar la convivencia social.
La democracia, etimológicamente proviene del antigua palabra griega demokratia (δημοκρατία), la que está compuesta por dos vocablos, demos, que puede traducirse como pueblo, y kratos(cracia), que significa poder.  Por tanto la palabra democracia significa literalmente “poder en el pueblo”. Sin embargo, la palabra demos al parecer corresponde a un neologismo, en este caso, a una fusión entre dos palabras antiguas que conforman una nueva. De esta manerademos se construyó a partir de las palabras griegas demiurgo y geomoro, que significan artesano y campesino respectivamente.  Se puede concluir entonces que, para los griegos el gobierno del pueblo, en la práctica, implicaba “el gobierno de los artesanos y campesinos”.  


¿Cuándo surge la democracia?


La democracia es una invención de Kali Yuga, así de simple. Es un modelo que no tiene más de 5000 años de edad y que fue masificado reciéntemente, en los últimos 200 años. Ya sabemos que fueron los antiguos griegos quienes primero se refirieron a este sistema de gobierno. Sin embargo los historiadores discuten hasta el día de hoy si fueron realmente los griegos los primeros en instaurar una democracia. Por lo que se sabe, los griegos nunca funcionaron de acuerdo a lo que ellos denominaron democracia, pues los artesanos y campesinos nunca gobernaron sus ciudades y estados. Lo más cercano a este sistema se desarrolló en Atenas. Pero la mal llamada democracia ateniense, si bien distribuyó el poder en forma participativa a través de la ejecución de asambleas, estaba constituida sólo por el 10% de la población, los llamados ciudadanos libres. Se excluían de esta asamblea, por tanto, los esclavos (que no tenían ningún derecho), como también los menores de 18 años, las mujeres y los extranjeros, que aunque gozaban de algunos derechos, no eran ciudadanos formalmente y, por tanto, no tenían poder político. Entre los ciudadanos libres entonces se organizaba esta “democracia” ateniense, realizando asambleas conformadas principalmente por filósofos, pensadores, jueces, sacerdotes, y por la nobleza ateniense en general. En otras palabras, si bien lograron prescindir de un monarca gobernante (monarquía=gobierno de uno), el poder no fue entregado al llamado “pueblo” sino a las clases altas.
¿Pero si los atenienses no implementaron la democracia como sistema de gobierno, por qué hacen mención de ella? Efectivamente, ni el resto de los griegos, acostumbrados a la monarquía, ni los propios atenienses, que prescindieron de un rey para gobernar, conformaron un sistema democrático, ni en el sentido que ellos le otorgaban (gobierno de artesanos y campesinos), ni en el sentido moderno (gobierno del pueblo). No obstante y en forma contemporánea a ellos, existían tribus que se gobernaban mediante la democracia, lo que fue observado por los viajeros y expedicionarios helénicos que habitualmente entraban en contacto con otras culturas. Tuvieron que pasar muchos siglos, sin embargo, antes que la democracia dejara de ser la simple forma de organización política y social de pequeñas tribus prehistóricas, y se convirtiera en el complejo sistema político imperante en la mayoría de las naciones de nuestro planeta.


De la monarquía a la democracia


Hasta el siglo XVIII no había nación del viejo mundo que no fuera gobernada mediante una monarquía. Aunque con matices diferentes, tanto en Asia como en Europa cada país tenía su rey y su nobleza real. Incluso muchas naciones africanas también eran gobernadas por un monarca. Pero este orden mundial se derrumbó abruptamente primero en Francia y luego, como un efecto dominó, cada una de las monarquías europeas fue cayendo y dando paso a monarquías constitucionales y regímenes republicanos, presidenciales y parlamentarios, en fin, democráticos.  Fueron estas repúblicas modernas, para diferenciarlas de las repúblicas antiguas (Grecia, Roma), las que instauraron y masificaron por el orbe el sistema de gobierno democrático tal y cual lo conocemos hoy en día. A Francia le siguió Estados Unidos y luego Latinoamérica como las primeras repúblicas y democracias del mundo, que instauraron algún sistema de elección de sus autoridades, en reemplazo del gobierno por herencia y unipersonal imperante hasta entonces.
Si consideramos que la monarquía fue la forma de gobierno autorizada por las escrituras védicas, manteniéndose vigente y con tanto éxito por cientos de miles de años, no parece sensato haber cambiado ese orden político y social que imperó en el pasado. Pero los historiadores modernos incluso valoran el cambio paradigmático que significó pasar de la monarquía a la democracia –y de paso de la aristocracia a la burguesía. Esta transformación es connotada como la posibilidad de convertirnos en seres verdaderamente libres. De hecho para el ciudadano común de alguna de las cientos de democracias imperantes en el mundo actual, sería descabellado hoy replantearse la posibilidad de volver a los regímenes monárquicos. Esto resulta muy lógico si tomamos en cuenta las razones que llevaron a la humanidad a rebelarse en contra de las distintas monarquías. Es impensable vernos sometidos nuevamente al poder absoluto de un rey o emperador, ya que nadie estaría dispuesto a soportar a un gobernante déspota, inepto y corrupto encabezando a la sociedad y dirigiendo los destinos de los ciudadanos. La “rebelión” de los siglos XVIII y XIX no fue en contra de los reyes védicos, sino en contra de monarcas viciosos, sin moral ni principios realmente religiosos. Con la llegada de Kali Yuga, muchos aspectos de la sociedad cambiaron, incluyendo los sistemas de gobierno. Pero antes que acabaran las monarquías, lo que acabó primero fueron las cualidades de los reyes, como lo confirma Srila Prabhupada en un siginficado del Srimad Bhagavatam:

“En el pasado, prácticamente todas las regiones del mundo eran monarquías, pero, poco a poco, la monarquía se degradó, pasando de llevar una vida religiosa ideal a una vida de complacencia de los sentidos y sin valores divinos. Esa decadencia hizo que las monarquías fuesen abolidas en todo el mundo…” (SB. 4.14.16).

Los reyes, en un principio admirados, fueron aborrecidos a partir de la llegada de esta era llena de riña e hipocresía. Siempre hay excepciones, y por cierto han existido reyes piadosos en los últimos cinco mil años debido a que el cambio de una era a otra, aunque implica transformaciones radicales y dramáticas, en algunos casos éstas no se manifiestan automáticamente en forma absoluta y completa, sino de manera gradual. Pero la regla general fue encontrarnos con reyes egoístas, opresores y sin preocupación alguna por el bienestar de los súbditos. Por eso no es difícil entender porque el poder, entronizado y centrado en la figura de un rey, fue finalmente traspasado a las manos del “pueblo”.  Pero este cambio, inspirado en la revolución francesa, no significó el termino del sufrimiento para todos los habitantes del estado, ahora "democrático". El "pueblo" al que se le otorgaron los poderes del estado, antes en manos de los reyes, básicamente lo componían los burgueses, es decir, los primeros capitalistas de la era moderna originados a partir de la revolución industrial. El poder no estuvo disponible para las personas de estratos más bajos, los pobres, los desposeídos, los analfabetos, ni para los trabajadores como grupo genérico. El poder quedó confinado en los dueños del capital y los medios de producción, en las manos de los comerciantes y futuros empresarios. Por tanto, aunque no existía el poder monárquico, tampoco se había creado una democracia real.  
Debido a lo anterior, tan sólo un siglo bastó para que la inconformidad con el sistema político y social asumiera una nueva cara y termina provocando otro tipo de revueltas en varias zonas del mapa mundial: las revoluciones socialistas y comunistas. En Rusia, Europa del este, en muchos países asiáticos, y en algunas experiencias latinoamericanas, se derrocaron gobiernos burgueses y monarquías corte capitalista, para instaurar el llamado gobierno del proletariado. Sin embargo, nuevamente la democracia no fue tal, ya que el gobierno no quedó en manos del proletariado (el pueblo), sino en manos de quienes decían ser sus representantes, los burócratas pertenecientes al partido comunista. 
Por contrapartida es muy discutible si en los países que no abrazaron regímenes comunistas, y permanencieron como repúblicas regidas por economías abiertas y de libre mercado, se logró instaurar la democracia plena. Hoy por hoy, el descontento con el sistema neoliberal, sobre todo debido a las profundas desigualdades sociales y a la falta de derechos de los ciudadanos, permite plantearnos grandes dudas sobre los supuestos beneficios de estas democracias burguesas. Al parecer, el derrocamiento de las monarquías y su sustitución por democracias de todo tipo, significó cambiar un mal por otro mal. Los defectos humanos personificados en los reyes se trasladaron ahora a los políticos, igualmente incapaces que sus antesesores:

“Sin embargo, la abolición de la monarquía y su sustitución por la democracia no es suficiente. Es necesario que los gobernantes sean religiosos y sigan los pasos de grandes personalidades religiosas.”, nos dice Srila Prabhupada, continuando con su significado en el Srimad Bhagavatam.

Según lo que afirma nuestro Acarya podemos concluir que, incluso si el poder hubiese quedado en manos del proletariado, o del pueblo usando un término más corriente, no tendríamos asegurado un buen gobierno y el bienestar pleno de los ciudadanos. Para lograr eso no nos sirve la democracia por sí misma. Podemos escoger democráticamente a nuestros líderes, pero eso no garantiza absolutamente nada, puesto que la elección democrática no necesariamente implica que podamos escoger al gobernante más idóneo. Escogemos sí, pero escogemos guiados por el marketing y la publicidad –y por tanto por los recursos económicos que disponga tal o cual candidato, escogemos convencidos por las promesas de campaña, la mayoría demagógicas, escogemos bajo el desconocimiento, la falta de educación, la poca cultura, sesgados por las ideologías dominantes, en definitiva, escogemos bajo el influjo de los cuatro defectos del alma condicionada (sentidos imperfectos, la propensión a engañar, la tendencia a cometer errores y permanecer en ilusión). Para ser más precisos, creemos que escogemos cuando en realidad son las modalidades de la naturaleza material las que escogen por nosotros. Es la ilusión de estar eligiendo en forma voluntaria y libre, y la ilusión de estar escogiendo al mejor candidato, cuando en realidad no es ni lo uno ni lo otro. Ni es una democracia real, ni es la real posibilidad de escoger a nuestras autoridades bajo preceptos más elevados y más profundos, que vayan más allá de las simples y engañadoras apariencias. Independiente del sistema en cuestión, se llame este monarquía o democracia, lo que se necesitan son líderes instruidos y empoderados espiritualmente. Ese tipo de líderes existieron en la cultura védica como verdaderos reyes santos. Esto es corroborado por las palabras de nuestro Acarya:

“…Gracias al buen gobierno del rey Ṛṣabhadeva, estaban sobrados de todo lo que se necesita para vivir. En consecuencia, todo el mundo se sentía completamente satisfecho, y nadie deseaba nada. Ésa es la perfección de un gobierno. Si los ciudadanos no son felices debido a un mal gobierno, los jefes del gobierno merecen nuestra condena. En estos días de democracia, a la gente no le gusta la monarquía; pero en este ejemplo vemos a un emperador del mundo entero que supo mantener satisfechos a todos sus súbditos, pues les proveía de todo lo que necesitaban para vivir y seguía los principios védicos. Así pues, durante el reinado de Mahārāja Ṛṣabhadeva, la Suprema Personalidad de Dios, todo el mundo vivía feliz.” (Significado Srimad Bhagavatam 5.4.18).

Y no sólo aconteció esto con Maharaja Rishabhadeva, sino con cada uno de los reyes vaisnavas que gobernaron el mundo bajo la guía de las santas escrituras, el consejo de brahmanas eruditos y la pureza de sus acciones conscientes de Krishna. Monarcas que no gobernaron para sus propios intereses personales ni para la complacencia sensorial, sino para el bienestar de toda la población.

"...Todos los manus eran reyes perfectos, Rajarshis. En otras palabras, aunque ostentaban el cargo de reyes del mundo, eran grandes santos. Svāyambhuva Manu, por ejemplo, era el emperador del mundo, pero no sentía deseos de complacer los sentidos. Ése es el sentido de la monarquía. El rey de un país, o el emperador de un imperio, deben ser educados de tal forma que, por naturaleza, renuncien a la complacencia de los sentidos. No se trata de que el rey, por el hecho de serlo, deba gastar dinero innecesariamente en complacer los sentidos. Los reyes, tan pronto como se degradaban y gastaban dinero en la complacencia de los sentidos, estaban perdidos. Algo de esto ocurre en la actualidad: la monarquía se ha perdido y la gente ha creado la democracia, que también está fallando. Ahora, por las leyes de la naturaleza, se acercan tiempos en que las dictaduras causarán dificultades cada vez mayores a los ciudadanos. Si el rey o el dictador, individualmente, o los miembros del gobierno, como grupo, no son capaces de mantener sus estados o reinos conforme a las reglas de la Manu-sahitā, no cabe duda de que sus gobiernos durarán muy poco.” (Significado Srila Prabhupada para el Srimad Bhagavatam 8.1.7)

Sin la debida guía espiritual, todo gobernante, y todo gobierno, de un sistema u otro, terminarán fracasando. Y Srila Prabhupada no podía ser más predictivo. No sólo describió la caída de las monarquías y las causas de esta decadencia, sino se anticipó a lo que ocurriría después con los gobiernos incapaces: su derrocamiento y la instauración de dictaduras. Y ya sabemos el resto de la historia.
Así, mientras continúen existiendo democracias lideradas por gobernantes escogidos por medio de la falsa representatividad de los votos y sin la debida calificación espiritual, la población gobernada seguirá sufriendo y reinará el descontento social. El Srimad Bhagavatam y Srila Prabhupada son muy claros al respecto:

“Mi querido niño, el Señor, quien porta la rueda de una cuadriga, es representando por el régimen monárquico, y cuando este régimen queda abolido, el mundo entero se llena de ladrones, que entonces vencen de inmediato a los súbditos desprotegidos, como si éstos fueran ovejas dispersas.” (SB. 1.18.43)
“…Los ladrones y truhanes de la democracia moderna buscan ser elegidos mediante la falsa representación de los votos, y los truhanes y ladrones triunfantes se devoran a la población en masa. Un monarca preparado es muy superior a cientos de inútiles truhanes ministeriales, y aquí se señala que con la abolición de un régimen monárquico como el de Mahārāja Parīkit, las masas quedan expuestas a muchos ataques de la era de Kali. Ellas nunca están felices con una forma de democracia anunciada en demasía.” (Significado de Srila Prabhupada).

La democracia, y el tipo de liderazgo encabezado por los políticos escogidos en las urnas, son características propias de Kali Yuga, era que prácticamente recién se inicia, pero que nos depara situaciones mucho más lamentables mientras vaya avanzando el tiempo:

“A causa de la terminación de los regímenes monárquicos y a que truhanes y ladrones robarán la riqueza de la gente, habrá grandes desórdenes sociales. La gente será herida y matada, y los animales y las mujeres serán robados. Y nosotros seremos responsables de todos esos pecados.” (SB. 1.18.44).
“…los supuestos demócratas, que por lo general son asaltantes que roban la riqueza de los súbditos del Estado... han capturado la maquinaria administrativa, sin asumir las responsabilidades de mantener la condición próspera de los ciudadanos. Cada cual captura el puesto para la complacencia personal, y, debido a eso, en vez de un rey, hay un número creciente de reyes irresponsables que les cobran impuestos a los ciudadanos. Aquí se predice que en ausencia de un buen gobierno monárquico, todo el mundo será motivo de disturbio para los demás, mediante el robo de las riquezas, los animales, las mujeres, etc.” (Significado de Srila Prabhupada).

Como bien dice Srila Prabhupada, si antes teníamos que soportar a un rey corrupto que nos robaba a través de impuestos abusivos, en la actualidad, gracias a la democracia debemos tolerar a una multitud de “reyes” irresponsables aprovechándose del pueblo con impuestos indebidos, leyes abusivas y acciones explotadoras sobre la mayoría de la población subyugada. El futuro anunciado por los shastras lamentablemente ya es presente para todos nosotros, quienes observamos  indefensos como los gobernantes se suceden unos a otros, compitiendo entre ellos por el poder y por quién miente y engaña más, por quien roba más y por quien utiliza más al pueblo para sus intereses mezquinos, el desarrollo económico y la complacencia sensorial:

“En ese entonces, la generalidad de la gente se apartará de un modo sistemático de una civilización progresiva, en lo que respecta a las ocupaciones cualitativas de las castas y las órdenes de la sociedad, y en lo que respecta a los mandamientos védicos. Así pues, dicha gente se sentirá más atraída al desarrollo económico para la complacencia de los sentidos, y como resultado de ello habrá una población no deseada que va a estar al nivel de los perros y los monos.” (SB 1.18.45).

Srila Prabhupada explica el verso anterior advirtiéndonos de las consecuencias de una sociedad democrática que no se rige por las leyes de Dios:

“Aquí se predice que en ausencia de un régimen monárquico, la generalidad de la gente va a estar constituida por una población no deseada que será como los perros y los monos. Así como los monos están muy inclinados a la sexualidad, y a los perros no les avergüenza la relación sexual, así mismo la generalidad de la población nacida de relaciones ilegítimas va a apartarse sistemáticamente de la senda védica de los buenos modales y las ocupaciones cualitativas de las castas y órdenes de vida…”
“…La civilización védica tiene como destino el ir de vuelta a Dios, de vuelta al hogar, donde no hay nacimiento, ni muerte, ni vejez, ni enfermedades. Los Vedas le indican a todo el mundo que no permanezcan en la oscuridad del mundo material, sino que vayan hacia la luz del reino espiritual, mucho más allá del cielo material. El sistema de castas cualitativo y las órdenes de vida están planeados de modo científico por el Señor y Sus representantes, los grandes ṛṣis. El estilo de vida perfecto proporciona toda clase de instrucciones tanto en relación con las cosas materiales como con las espirituales. El estilo de vida védico no le permite a ningún hombre ser como los monos y los perros. Una civilización degradada de complacencia de los sentidos y desarrollo económico es el resultado de un gobierno sin Dios o sin rey, del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Luego la gente no debe quejarse de las pobres administraciones que ellos mismos eligen”.

Una vez más Sirla Prabhupada expone, con total lucidez, la contradicción más absurda de hombres y mujeres de Kali Yuga al participar de la democracia. Primero escogemos a nuestros representantes y un poco después los estamos rechazando debido a su gran incompetencia. Pero olvidamos que fuimos nosotros mismos quienes los elegimos presidente, senadores, diputados, alcaldes, etc. Como conclusión, un líder incapaz es elegido por votantes igualmente incapaces.


¿Votamos o no votamos?


Quizás antes de votar en una elección, debamos reflexionar sobre nuestra participación en una democracia, considerando que tanto el sistema de gobierno actual, como los líderes que pretenden dirigirlo, están muy alejados de los valores y prácticas propios de la cultura védica y de una sociedad consciente de Dios.  De hecho Srila Prabhupada dijo que un devoto no debería votar por alguien que no sea consciente de Krishna (Significado SB. 6.2.23). Si seguimos la instrucción literal, debemos sentirnos autorizados a no votar mientras no exista un candidato espiritualmente cualificado, un líder que siga el siddhanta vaisnava. Por tanto si como devotos optamos por no acudir a las urnas, absteniéndonos de votar, no estaríamos cometiendo ninguna falta.
Sin embargo, las escrituras están colmadas de enseñanzas respecto a lo importante de cumplir con nuestros dharmas. Tenemos distintos deberes como seres cívicos y sociales, y uno de ellos es tomar responsabilidad sobre la elección de nuestros líderes y autoridades políticas. Desde esta perspectiva, votar podría ser considerado algo dharmico. Más aún, Srila Prabhupada también explicó que la única forma de protegernos de los gobernantes y políticos asúricos es por medio de la encarnación de Krishna en la forma del Santo Nombre (Significado SB. 10.3.21). Pero estos mismos líderes asúricos son los que más obstáculos imponen a la propagación de los Santos Nombres de Dios. Como Srila Prabhupada también menciona, agregando a lo anterior: “Hoy en día, esos padres asúricos - léase los políticos que gobiernan - hacen muy difícil la propagación del movimiento Hare Kṛṣṇa”. Por tanto, sería correcto también que los devotos votáramos en una elección por el candidato que menos problemas pueda ocasionar al movimiento de Conciencia de Krishna y a la propagación del yuga dharma, el canto de los Santos Nombres de Krishna.  De esta manera tendríamos menos dificultades para predicar y cultivar a la gente en los valores espirituales.
Por tanto, si bien podemos considerar correcto no votar, también podríamos estimar adecuado acudir a las urnas con la intención de favorecer a un candidato que menos problemas cause a los devotos y a la expansión del movimiento de sankirtana. 

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