HARE KRISHNA LATINOAMERICA
DESAPARICIÓN DE SRILA RAGHUNATHA DAS GOSVAMI
Raghunatha Dasa
Entre los célebres Gosvamis de Sri Vraja Dhama, Srila Raghunatha Dasa Gosvami es considerado como el prajoyana acarya, el mentor espiritual que nos muestra la meta o el ideal más elevado, el destino último de la búsqueda divina por la más elevada dulzura trascendental. Esta se encuentra exclusivamente en el servicio amoroso a Sri Radha, la encantadora potencia energetizante del amor. Su vida es un ejemplo viviente de la perfección de la fe en la vida de un devoto.
Srila Raghunatha Dasa Gosvami nació en una familia muy adinerada en Sri Krsna‑pura, a unos cuatro kilómetros de Sapta‑ grama en el distrito de Hugli, India. Su padre y su tío eran ricos terratenientes. Advaita Acarya era amigo cercano de su padre y afectuosamente derramó muchas bendiciones sobre Srila Raghunatha Dasa Gosvami.
Cuando Sri Caitanya Mahaprabhu aceptó la orden de vida renunciante, sannyasa, y visitó la casa de Advaita Acarya en Santipura, Raghunatha Dasa Gosvami fue a conocerle tan pronto como escuchó la noticia de Su llegada. De inmediato cayó a los pies de Mahaprabhu e imploró Su misericordia. Permaneció allí cerca de cinco o siete días, sirviendo a Mahaprabhu y tomando Sus remanentes. Aquello que el Señor Brahma y otras grandes personalidades ambicionaban con fervor, Sri Advaita Acarya y Sri Caitanya Mahaprabhu se lo otorgaron a él amorosa y libremente.
Tan pronto como Raghunatha Dasa Gosvami vio la refulgente belleza de Mahaprabhu y su maravillosa y encantadora personalidad, se llenó de amor y se volvió medio loco. Mahaprabhu le dijo: “Ve a casa y muy pronto Krsna te llamará ¡Cuándo El así lo decida, te hará Suyo por completo!. Abiertamente, Mahaprabhu le dijo a Sus seguidores: “¿Ven a este joven?. Los placeres celestiales están a su alcance, pero él permanece indiferente a todo lo de este mundo. La gracia de Krsna ciertamente ha llegado a su corazón”. Después, Mahaprabhu se despidió de él y se fue a Nilacala (Jagannatha Puri). Raghunatha, mientras tanto, regresó a su hogar.
Algún tiempo después, Raghunatha escuchó que Sri Nityananda Prabhu se encontraba en una aldea cercana difundiendo los maravillosos mensajes de Sri Caitanya Mahaprabhu. Se aproximó entonces a Sri Nityananda Prabhu, Quien es muy jocoso por naturaleza. Sri Nityananda Prabhu le dijo en son de broma: “¿Acaso eres un ladrón? ¿Por qué ofreces tus respetos desde tan lejos? Ven aquí que te voy a castigar”. Le ordenó entonces que alimentara a todos los devotos presentes. Allí, en Panihati, Srila Raghunatha Dasa Gosvami imploró las bendiciones de Sri Nityananda Prabhu para obtener la misericordia de Sri Caitanya Mahaprabhu, y la recibió en abundancia.
Debido a que se sentía locamente atraído por Sri Caitanya Mahaprabhu y Sus enseñanzas, y por temor a que escapara para ir a reunirse con El, Srila Raghunatha Dasa Gosvami fue mantenido en su hogar bajo la estricta vigilancia de sirvientes, guardias y familiares. Una mañana, el guru y sacerdote de su familia informó que saldría a buscar a un caballero para que atendiera a las Deidades en su ausencia. Cuando el guru partió, Srila Raghunatha Dasa Gosvami le siguió. Los guardias pensaron que se iba con el sacerdote de la familia, así que no se molestaron en detenerle. Sin embargo, poco después se fue apresuradamente en la dirección opuesta. Caminó continuamente día y noche, llegando a Puri en sólo tres días, lo que resultaba inconcebible debido la gran distancia. Durante todo el camino iba absorto en su profundo amor por Mahaprabhu.
A su llegada a Puri, indagó acerca del paradero de Mahaprabhu. Cuando el asistente personal de Mahaprabhu le informó acerca de la llegada de Srila Raghunatha Dasa Gosvami, Mahaprabhu le acogió y cuidó de él durante algún tiempo. Más adelante, Srila Raghunatha Dasa Gosvami comenzó a mendigar frente al templo de Jagannatha.
Cuando se enteró de esto, su padre envió a algunas personas para que alquilaran una casa y le suplieran todas sus necesidades. Para complacer el deseo de su devoto, Mahaprabhu tomó Sus alimentos, prasadam, en la casa de Raghunatha, durante casi dos años. Luego, sintiendo que todo aquello no era más que interés personal, Srila Raghunatha Dasa Gosvami decidió abandonarlo todo.
Srila Raghunatha Dasa Gosvami era un gran erudito y Mahaprabhu le puso al cuidado de Svarupa Damodara, Su asistente personal. Sin embargo, él se acercó nuevamente a Mahaprabhu e imploró Sus instrucciones. Mahaprabhu le dijo entonces: “Te he puesto al cuidado de Svarupa Damodara. El sabe más que Yo. Pero si aún deseas escuchar directamente de Mí, te diré estas palabras:
“¡No caigas en murmuraciones vanas e inútiles! Ni las digas ni les prestes oídos, porque destruyen la enredadera del amor y la devoción en el corazón. No vistas de manera extravagante para atraer la atención, ni te conviertas en un gastrónomo que sólo come para satisfacer la lengua. Canta ininterrumpidamente el santo nombre de Krsna con actitud mansa y humilde; ofrece a todos el debido respeto, sin desearlo para ti. De lo contrario, te estarías basando en el interés personal que es sumamente nocivo para el adelanto espiritual progresivo. Por último, trata siempre de servir a Sri Radha‑Krsna en tu mente. Internamente debes servir al Radha‑Krsna‑lila, los pasatiempos divinos de Radha y Krsna”.
Una vez más, tomándolo de la mano, Mahaprabhu llevó a Srila Raghunatha Dasa Gosvami donde Svarupa Damodara, diciéndole que era el mejor guía y maestro espiritual: “él cuidará de ti”.
Unos dieciseis años más tarde, luego de la desaparición de Mahaprabhu y la de Svarupa Damodara, la cual tuvo lugar un poco después, Srila Raghunatha Dasa Gosvami decidió ir a Vraja Dhama, la sagrada tierra donde se llevaron a cabo los pasatiempos divinos de Sri Sri Radha y Krsna. En vista de que aquellos que le eran más queridos se habían marchado, deseaba abandonar el mundo en ese lugar. Con este pensamiento se acercó a la Colina de Govardhana para saltar desde allí. Sin embargo, de alguna manera entró en contacto con Srila Rupa y Srila Sanatana, los dos Gosvamis principales de Vraja Dhama, en quienes percibió fuertemente el poder delegado de Mahaprabhu, Su divina presencia. Encontrando en ellos las mismas conclusiones, se convirtió en su seguidor. Aunque Srila Rupa y Srila Sanatana residían en diferentes lugares de Vraja, Srila Raghunatha Dasa Gosvami residió exclusivamente en Sri Radha‑Kunda, el sagrado estanque de Sri Radha, donde tienen lugar los más íntimos pasatiempos de amor divino.
Una vez, Srila Raghunatha Dasa Gosvami estaba sentado a orillas de Sri Radha Kunda cantando el santo nombre. Se olvidó tanto del medio ambiente que no se percató de dos tigres que se acercaron para beber agua en Sri Kunda. El acostumbraba vivir debajo de diferentes árboles y no deseaba un refugio permanente. Aquel día, Srila Sanatana Gosvami vino desde Vrndavana para visitar a Gopala Bhatta, otro de los gosvamis prominentes que residían en aquel lugar. Se dirigió al balneario conocido como Manasa Pavana Sarovara en el sagrado lago Syama‑Kunda para tomar un baño, y vio cómo los tigres regresaban al bosque después de beber, pasando aún más cerca de Srila Raghunatha Dasa Gosvami. Srila Sanatana vio a Krsna parado cerca de Raghunatha para protegerle, sonriendo muy dulcemente. Después que Srila Raghunatha Dasa Gosvami terminó su meditación devocional particular, abrió los ojos y miró a su alrededor. Al ver que Srila Sanatana Gosvami estaba allí, de inmediato le ofreció sus respetos. Sanatana se acercó a él y le pidió que construyera una pequeña cabaña, kutira, para la adoración personal, bhajana, de manera que no tuviera que aceptar servicio alguno de Krsna.
Se narra que en otra ocasión, Srila Raghunatha Dasa Gosvami estaba allí, sentado bajo el ardiente sol del mediodía, llevando a cabo su bhajana. Sri Radha se presentó repentinamente, se paró detrás de él y extendió Su vestimenta superior sobre la cabeza de Su devoto. Todas las entidades vivientes vinieron a ver este espectáculo de los pasatiempos entre Sri Radha y Su querido devoto sirviente. Srila Sanatana Gosvami pasó por allí y vio a Sri Radha empapada en sudor, sosteniendo Su propia vestimenta sobre Srila Raghunatha Dasa Gosvami, para protegerlo del terrible y calcinante sol del mediodía. Sonriéndole a Sanatana, Sri Radha continuó proporcionándole sombra a Raghunatha.
Después de este incidente, Srila Sanatana Gosvami lo amonestó por haber aceptado servicio de Sri Radha en vez de servirle a Ella. Sri Radha es nuestro ideal más elevado y estamos buscando servirle. De ninguna manera queremos que esa Divinidad venga a servirnos.
Se nos dice que después de estos incidentes se construyó una pequeña cabaña para que Raghunatha Dasa Gosvami cantara, escribiera y llevara a cabo sus prácticas de adoración.
Entre los colosos de la devoción, Srila Raghunatha Dasa Gosvami es el ejemplo más extraordinario de la abnegación. Toda su vida vivió con lo que un hombre normal de carne y hueso jamás podría subsistir. Cuando era de edad avanzada y residía en Sri Radha‑Kunda, apenas tomaba un poco de suero de leche, un día sí y un día no, en una pequeña taza hecha de hojas.
Había un vrajavasi, un habitante de la tierra de Vraja, de nombre Dasa, que solía asistir a Srila Raghunatha Dasa Gosvami. Este sentía un afecto muy especial por él. Un día, Dasa reflexionaba internamente que Srila Raghunatha Dasa Gosvami no comía granos porque experimentaba intensos sentimientos espirituales de separación. Considerando que su alimentación no era suficiente, Dasa trajo una enorme hoja de un árbol palasa de Sakhistali, llena con suero de leche. Cuando Srila Raghunatha Dasa Gosvami vio la taza grande, preguntó de dónde la había traído. Entonces Dasa le dijo que mientras pastoreaba las vacas en Sakhistali encontró algunas hojas excelentes y las trajo a casa. Tan pronto como Raghunatha Dasa Gosvami escuchó el nombre de Sakhistali, se encendió en ira y lanzó muy lejos la taza con suero de leche. Cuando se calmó después de algún tiempo, le ordenó a Dasa que jamás volviera a Sakhistali, ya que ese era el lugar de residencia de Candravali, la rival principal de Sri Radha. ¿Quién puede comprender lo que hay en la mente de los devotos? Ellos viven siempre en su interior, en sus eternas formas espirituales, en unión con su Svamini, su Señora Divina, Sri Radha.
Después de la desaparición de Srila Rupa y Srila Sanatana, Srila Raghunatha Dasa Gosvami dejó de comer y gradualmente fue adelgazando sobremanera. El solía cantar y recordar a Krsna durante veintidós o veintitrés horas al día. Como no le parecía suficiente, dejó de dormir. De este modo, cayó en una condición de debilidad y delgadez extremas. Por último, cuando ya no pudo caminar más, Raghunatha Dasa Gosvami solía arrastrarse por el sendero de peregrinaje alrededor de Sri Radha‑Kunda, cantando en profunda separación: ¡Radhe! ¡Radhe! Las glorias de los devotos del Señor son ilimitadas.
Srila Raghunatha Dasa Gosvami señala exclusivamente la dirección del servicio personal a Sri Radha, como Su sirvienta más exclusiva y confidencial, radha‑dasya mañjari‑bhava. La naturaleza y cualidad innatas de estas sirvientas es que permanecen las veinticuatro horas del día dispuestas a hacer cualquier cosa para incrementar el placer de Sri Radha y satisfacer Sus deseos al máximo. Su líder es Sri Rupa Mañjari, quien siempre es supervisada por Sri Lalita, cuyo amor intenso y exclusiva devoción a su Divina Señora, Sri Radha, es conocida en todos los mundos. Estas jóvenes doncellas espirituales, que permanecen eternamente por debajo de la edad de trece o catorce años, son muy intrépidas en su servicio para satisfacer a la bella Radha, incluso en presencia de Sus amigas gopis mayores. El servicio que ellas ofrecen es de diversas clases. Ellas tienen la extraordinaria oportunidad de deleitar y aliviar continuamente a Sri Radha y Krsna durante Sus pasatiempos amorosos en los bosquecillos, kuñjas, mientras la sección de gopis mayores tiene que participar desde una distancia considerable. Entre sus servicios están los de bañar, vestir, decorar y ornamentar a Sri Radha, la vida de sus corazones y el tesoro de sus almas. Algunas masajean a la Divina Pareja para aliviar Su fatiga y hacerles descansar. En los pasatiempos de Sri Radha, Srila Raghunatha Dasa Gosvami es conocida como Rati‑mañjari, Rasa‑mañjari, o Bhanumati‑devi. A veces, Sri Radha la llama afectuo‑ samente por el nombre de Tulasi. Su color es como el del oro fundido y lleva un hermoso vestido del color de las plumas del pavo real. Sus servicios principales son servir betel a la Divina Pareja y masajear Sus pies de loto.
En su Vilapa‑kusumañjali, Srila Raghunatha Dasa Gosvami dice “No me importa Vrndavana, ni mi propia vida, ni siquiera Krsna, si Tú, Sri Radha, no me das un lugar de servicio en Tu campo. No soporto estar separado de Ti por más tiempo. Todo es árido e insípido sin Tu dulce servicio”. El comprende que Sri Radha es la única que puede atraer plenamente la gracia de Sri Krsna. Sri Radha, la otra mitad de la Divinidad, el aspecto negativo, puede extraer la cantidad y calidad máximas del lado positivo, Sri Krsna. Como resultado, las jóvenes mañjaris saborean el rasa cualitativamente más elevado, que no viene a través de ningún canal excepto Sri Radha y Su grupo confidencial. Así, el servicio a Sri Radha, radha‑dasya, es un sentimiento permanente y el logro supremo de la vida. Todos debemos prestar cuidadosa atención, sin exceder el mandato e instrucción del maestro espiritual en este asunto tan delicado. En madhura‑rasa, el maestro espiritual es Sri Radha. Ella nos atraerá y nos llevará a través de Su representante, de conformidad con el grado e intensidad de nuestra fe y rendición. Ella tiene Su agente divino a través de quien Ella muestra Su más dulce y magnánima naturaleza. Ese es el concepto del maestro espiritual. Un ejemplo muy práctico de esto, que continúa hasta hoy día, puede verse en la vida de Sri Krsna Caitanya Mahaprabhu y Sus asociados.
PASATIEMPOS
Raghunatha‑dasa provenía de una familia sumamente rica e influyente. Raghunatha‑dasa conoció al Gran Maestro durante Su visita a Santipura. En aquel entonces, Sri Caitanya le dijo con firmeza que regresara con su familia y continuara su vida normal, pero libre de apegos. Raghunatha‑dasa siguió estrictamente las instrucciones del Gran Maestro, pero el anhelo interno de abandonar todos los deseos mundanos siguió creciendo e intensificándose en su corazón. Pocos años después de este encuentro, Nityananda Prabhu fue a Panihati. Tan pronto como Raghunatha‑dasa se enteró de su arribo a esa localidad, corrió allí de inmediato, como un trozo de hierro atraído por un poderoso imán. Era la primera vez que Raghunatha‑dasa veía a Nityananda Prabhu. Le encontró sentado debajo de un árbol, cerca del sagrado río Ganges, sobre una plataforma ligeramente elevada, rodeado por sus incontables devotos. Un resplandor divino, como un sol al mediodía, emanaba de su cuerpo trascendental. Cuando Raghunatha‑dasa presenció la escena, instintivamente se postró ante Nityananda Prabhu, lleno de asombro. Raghunatha‑dasa estaba a una distancia considerable, pero el juguetón y misericordioso Nityananda Prabhu le pidió que se acercara. Luego Nityananda Prabhu colocó sus pies sobre la cabeza de Raghunatha‑dasa y afectuosamente le preguntó: “¿Por qué no viniste a verme antes?” Enseguida Nityananda Prabhu le pidió a Raghunatha‑dasa que agasajara a los incontables devotos reunidos allí, con leche, requesón y arroz plano.
Raghunatha‑dasa se emocionó sobremanera con la petición de Nityananda Prabhu y procedió a alimentar a todos los devotos generosamente. Nityananda Prabhu, por medio de su poder interno, trajo al Gran Maestro Sri Caitanya para que participara en el festival. Nityananda Prabhu personalmente alimentó al Gran Maestro y dio Sus remanentes a Raghunatha‑dasa, diciendo: “El Gran Maestro Sri Caitanya ha saboreado este alimento. Ahora toma Sus remanentes, porque ellos sin duda alguna te librarán del cautiverio”. Raghunatha‑dasa se postró ante Nityananda Prabhu e imploró que le mostrara el camino hacia los misericordiosos pies de loto del Gran Maestro Sri Caitanya. Raghunatha‑dasa dijo: “Muchas veces escapé de mi hogar, pero mis padres me hicieron regresar por la fuerza. Sin tu gracia, jamás podré ir junto al Gran Maestro”. Cuando Nityananda Prabhu escuchó estas palabras, colocó sus pies una vez más sobre la cabeza de Raghunatha‑dasa y afirmó: “A partir de hoy, todos tus apegos y tu cautiverio material serán erradicados. Tu amado Maestro Sri Caitanya pronto te aceptará como Su sirviente más querido, y te pondrá al cuidado de Svarupa Damodara, Su secretario personal. Todo esto acontecerá en un futuro cercano”.
De Panihati, Raghunatha‑dasa regresó a su hogar, como le aconsejara Nityananda Prabhu, pero pocos días después, eludió a los guardias que le vigilaban muy de cerca. En las tempranas horas de la mañana, mientras todos dormían, Raghunatha‑dasa levantó sigilosamente al sacerdote de la familia, Yadunatha Acarya, y juntos salieron de la casa. Después de escapar, envió de regreso al sacerdote y continuó solo para ir a encontrarse con el Gran Maestro Sri Caitanya. Evitando los caminos principales y tomando los secundarios, diariamente recorría una distancia de más de cuarenta y cinco kilómetros, y llegó a Puri‑dhama en apenas doce días, eludiendo todos los grupos que su padre enviara para buscarle. En el camino a Puri, Raghunatha‑dasa pasó tres días sin comer. Su mente y sus pensamientos estaban totalmente concentrados en los dorados pies del Gran Maestro Sri Caitanya, y por consiguiente se olvidó por completo de su hambre y de su sed.
Cuando Raghunatha‑dasa llegó de improviso, encontró a Sri Caitanya, la morada de la compasión, rodeado por Sus devotos, encabezados por Svarupa Damodara y Govinda‑dasa. Había recorrido una gran distancia desde Sapta‑grama hasta Puri, para ser aceptado como un sirviente del Gran Maestro. Sri Caitanya, con profundo afecto, le pidió a Raghunatha‑dasa que se acercara. Se aproximó entonces al Gran Maestro y se postró ante Él. Sri Caitanya le abrazó amorosamente y lo presentó a todos los devotos allí reunidos. Luego, el Gran Maestro se dirigió a Svarupa Damodara: “¡Ahora tengo tres Raghunathas! A partir de hoy, éste será conocido como el Raghunatha de Svarupa. ¡Oh Svarupa Damodara! Ahora puedes aceptar a Raghunatha como tu sirviente”. Govinda‑dasa trajo los remanentes de los alimentos del Maestro y se los dio a Raghunatha‑dasa, quien feliz los aceptó con veneración. Durante cinco días, las comidas de Raghunatha‑dasa consistieron sólo de los remanentes del Gran Maestro. Después, por decisión propia, Raghunatha‑dasa comenzó a mendigar su sustento cerca de la puerta principal del Templo de Jagannatha. Su único alimento eran las limosnas que recibía. La noticia de que Raghunatha mendigaba su sustento en el Templo de Jagannatha, llegó a oídos del Gran Maestro, quien muy complacido comentó: “Me hace muy feliz escuchar que Raghunatha‑dasa ha emprendido el sendero de la renunciación a la vida mundana y a los placeres domésticos. Lo que él está haciendo es el auténtico deber de un renunciante”. El Gran Maestro continuó: “Un renunciante debe dedicar todo su tiempo al canto de los santos nombres y a glorificar al Señor Supremo. Debe mantener su cuerpo alimentándolo con lo que pueda obtener como limosna, y sólo de lo que las personas donen por su propia voluntad, no por coacción”.
Cierto día, sentado a los pies de loto del Gran Maestro, Raghunatha‑dasa preguntó: “¡Oh Maestro! ¿Cuáles son mis legítimos deberes? ¿Cuál es la meta de la vida y el medio para alcanzarla?”. “Svarupa Damodara te explicará detalladamente todos esos temas, pero Yo también te daré algunos consejos”, contestó el Gran Maestro. “¡No debes escuchar conversaciones vanas ni vulgares! ¡Tampoco debes incurrir en tales pláticas! ¡No debes apetecer alimentos deliciosos ni vestimentas elegantes! ¡Tampoco debes esperar elogios ni reconocimiento! ¡Debes respetar y amar a los demás en todo momento! Constantemente debes pensar en Krsna y cantar Su santo nombre ininterrumpidamente. Debes meditar en los pasatiempos de Vraja‑vrndavana mientras mentalmente contribuyes a la divina unión de Sri Radha y Krsna”.
El padre de Raghunatha‑dasa pronto se enteró de su presencia en Puri y envió grandes sumas de dinero para la manutención de su hijo, pero éste lo devolvió íntegro. Un día dejó de pedir limosna en la puerta principal del Templo de Jagannatha, y en vez de ello fue a un lugar donde se distribuían alimentos gratis y comenzó a comer allí. Al escuchar acerca de este nuevo giro en la vida de Raghunatha‑dasa, el Gran Maestro comentó: “Raghunatha ha hecho lo correcto al dejar de implorar sus alimentos en la puerta principal del Templo del Señor Jagannatha, porque hacer esto es como prostituirse”. Después, Raghunatha‑dasa también dejó de aceptar los alimentos gratuitos de la beneficencia, y comenzó a comer los remanentes de Jagannatha que los vendedores descartaban en las cunetas, porque estaban rancios o descompuestos. A veces, esos remanentes estaban tan putrefactos que incluso las vacas se negaban a comerlos. Svarupa Damodara, a quien Sri Caitanya había puesto a cargo de Raghunatha‑dasa, escuchó que éste honraba los remanentes putrefactos y desechados del Señor Jagannatha. De inmediato fue allí e imploró a Raghunatha‑dasa un poco de esos remanentes del Señor que él saboreaba, los cuales eran dulces como el néctar. Además, acusó a Raghunatha‑dasa de no querer compartir esos nectarinos remanentes con los demás devotos. Poco después, el Gran Maestro Sri Caitanya, en persona, se acercó a Raghunatha‑dasa y le arrebató de la mano un bocado de remanentes putrefactos, para comerlos con sumo deleite. El Gran Maestro Sri Caitanya le dijo: “¡Oh Raghunatha! Tú comes estos deliciosos remanentes del Señor Jagannatha todos los días, pero no quisiste compartirlos conmigo. Por favor, dime por qué lo has hecho”.
La humildad y el desapego de Raghunatha‑dasa por los placeres mundanos, no tienen comparación. Esas cualidades complacían tanto al Gran Maestro Sri Caitanya, que le entregó Su Deidad de Govardhana‑sila y Su guñja mala, Su collar de pionías, al tiempo que le explicaba: “El servicio exclusivo a esta Govardhana‑sila te permitirá descubrir el más profundo tesoro del amor por Krsna escondido en tu corazón”. Raghunatha‑dasa se consideró inmensamente afortunado e imploró al Gran Maestro Sri Caitanya que le dijese cómo adorar esa sagrada Govardhana‑sila. El Gran Maestro contestó: “Diariamente debes ofrecerle una jarra de agua y ocho tiernas Tulasi‑mañjaris, flores de Tulasi, u ocho hojas de Tulasi”. Raghunatha‑dasa comenzó a adorar la Govardhana‑sila, como si estuviese adorando directamente a Vrajendra‑nandana Krsna. Cuando pensaba que Sri Caitanya le había dado personalmente esta Govardhana‑sila con Su propia mano, Raghunatha‑dasa lloraba inmerso en un insondable éxtasis. Más adelante, comprendió que al darle Su Govardhana‑sila y Su Guñja‑mala, Sri Caitanya lo estaba colocando a los pies de loto de la Divina Pareja Sri Radha y Krsna. Raghunatha‑dasa solía pasar más de veintitrés horas sumergido en profunda meditación sobre los pasatiempos de Krsna.
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